Respondía Sócrates (en el siglo V antes de Cristo) a ofrecimientos de un mercader que vendía sus productos en un mercado de la antigua Atenas: "Gracias, pero sólo estoy viendo cuántas cosas son innecesarias para ser feliz".
El artículo que aparece a continuación lo demuestra.
LA MADUREZ
Interesante artículo del New York Times, merecedor de una discusión:
"Son motivo de vergüenza celulares sencillos?
El texto cuenta la experiencia de Chris Glionna, supervisor de restaurantes de una conocida compañía, con su viejo celular.
Como el teléfono le daba el servicio necesario, no le preocupaba que estuviera fuera de moda. Pero... (siempre hay un pero) sus colegas lo molestaban y se burlaban cuando extraía su "pisapapeles" del maletín.
Llegó a sentirse tan avergonzado que hace un par de meses lo cambió por un BlackBerry.
Dice así el Dr. Alejandro Morton:
La crisis en el mundo se debe, entre otras cosas, a la inseguridad que las personas tienen en ellas mismas; su continua necesidad de comprar jamás será satisfecha porque esperan que la satisfacción personal venga de lo comprado, y jamás será así.
A nivel social no nos hemos dado cuenta de que ese impulso descontrolado por comprar es, en el fondo, la causa profunda de la crisis económica que ha cundido ya por todo el mundo, alimentada por un sistema financiero insaciable que facilitó recursos para que compraran quienes no tenían con qué.
Pocas cosas hay más tensionantes que tratar de mantenerse a la moda en ropa, calzado, accesorios, tecnología, viajes, comidas, restaurantes, casas, muebles, autos y todo lo añadible.
Quien tiene dinero en exceso puede comprar, usar y desechar, pero quienes vivimos sujetos a un presupuesto, debemos cuidar qué compramos y entender por qué y para qué lo compramos.
En efecto, la presión social existe, pero debemos preguntarnos cuánto nos presiona y cuánto nos dejamos presionar?
¿Cuál es el problema de que se rían de nuestro celular viejo? La risa es buena y si no les gusta el celular, pueden bromear a costa de él y criticar el aparato, a su dueño o a ambos. El problema es de ellos, no del dueño del celular, a menos que éste lo acepte.
Desafortunadamente hoy día uno se refiere a las personas por sus posesiones:
"Es el tipo del convertible rojo" o "La señora que usa ropa de marca y tiene una casa enorme" o "Es el director que siempre anda a la moda".
Es decir, su personalidad no emana de lo imprescindible, sino de lo prescindible. Lo primero no se compra en ningún lado; lo segundo en cualquiera, si se tiene los medios para hacerlo.
Un amigo muy cercano es multimillonario, pero nosotros lo averiguamos por accidente tras años de conocerlo. Es sencillo, generoso, adaptable a todo y disfruta lo disfrutable. Jamás presume y nunca hace alarde de nada, porque tiene muy claro qué cosas son importantes en su vida.
Las trampas de la presión social siempre han estado ahí. Caen en ellas quienes no se conocen a sí mismos y tienen una escala de valores centrada en lo social, y en su desarrollo han tenido carencias afectivas.
El vacío personal no lo llena ni los placares repletos, ni los autos costosos, ni las joyas exclusivas, ni los accesorios de lujo. La satisfacción de los consumidores insaciables no viene de poseer las cosas, sino de presumirlas ante los demás.
¿Tiene usted un celular del que sus "amigos" se ríen cuando lo usa?
Ríase con ellos y úselo hasta que guste.
¿Le duelen las burlas? Entonces...
CAMBIE de AMIGOS, NO DE CELULAR...!!!
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