Entre los grandes jefes que condujeron pueblos o
dejaron su impronta en la historia de la humanidad, ha habido algunos ciegos y
algunos sordos; pero nunca un mudo. Saber algo no es idéntico a saber decirlo.
Esta es la importancia de la comunicación oral.
En los negocios o cualquier otra actividad de
interrelación, la forma en que hablemos, en que nos comuniquemos, será el
patrón por el cual se nos juzgará, se nos aceptará o rechazará.
Hablar con orden, con claridad, con entusiasmo, con
persuasión; en resumidas cuentas, con eficacia, no es un lujo sino una
necesidad. El 90% de nuestra vida de relación consiste en hablar o escuchar;
sólo el 10% en leer o escribir.
Si la imagen que usted quiere dar de sí mismo/a es
la de una persona que sabe adónde va, que tiene una actitud positiva hacia la
vida, ideas dinámicas y don de gentes, el lenguaje es el principal instrumento
que deberá utilizar para transmitir esa imagen a quienes le rodean.
Otro aspecto importante de la oratoria es que
también hay que saber hablar para ser escuchado. Lo notable es que el hecho de
tener que hablar ante extraños, o en una simple reunión de trabajo, no parece
ser una tarea sencilla, a la que la mayoría de las personas considere como
fácil.
En una encuesta realizada en los Estados Unidos,
investigando las diez cosas que más temor le producen a la gente, se obtuvo el
siguiente resultado (en orden ascendente): los perros, la soledad, el avión, la
muerte, la enfermedad, las aguas profundas, los problemas económicos, los
insectos, las sabandijas, las alturas y, el primero de la lista, hablar en
público.
El buen discurso es un medio de servicio para los
semejantes, y es una tarea ardua.
Hay que reconocer que quien dice un discurso asume
una gran responsabilidad. Al margen de otros aspectos, conviene tener presente
que una perorata de 30 minutos ante 200 personas desperdicia sólo 30 minutos
del tiempo del orador; en cambio, arruina 100 horas de sus oyentes –o sea, más
de cuatro días–, lo cual debería generar más responsabilidad que la que
usualmente se advierte.
por Abel Cortese
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Abel cortese, es el principal investigador de Inteligencia Emocional en Argentina |
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